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Talento en familia y Rockabilly para todos

Encontrar tanto talento en una familia de cinco es inusual. Los Durham lo disfrutan, y mucho, y lo potencian desde hace casi una década, cuando vieron cómo sus dos hijos menores, Kitty y Lewis, se subían a un escenario a tocar con The Arlenes cuando apenas levantaban unos palmos del suelo. Desde 2005, con la edición de Honolulu Rock and Roll, formaron grupo y giran como Kitty, Daisy & Lewis contando con sus progenitores como parte del grupo. Al fin y al cabo, sin Graeme e Ingrid todo esto no hubiera podido ser.

Kitty, Daisy & Lewis / flickr.com/-christoph-

Entre el Rock´n´Roll, el blues, el swing y los ritmos hawaianos deleitaron y provocaron el continuo baile de un público que esperaba con muchas ganas a los Durham en la Joy Eslava. Y más tras la casi media de retraso con la que comenzaron el evento.  Algo más de año y medio llevaban sin pasarse por Madrid y las expectativas, con su segundo largo ya en circulación, eran altas. No decepcionaron. 90 minutos de Rockabilly, el ritmo con el que más se puede identificar a su multi-instrumentalismo, tienen la culpa.

En este segundo largo tienen momentos muy buenos, algo más soul y ska (I´m So Sorry), pero sin versiones como las que ofrecieron en Kitty, Daisy & Lewis (Sunday Best Recordings, 2008) como el Ooo-Wee de Louis Jordan o el, posiblemente su tema más conocido hasta ahora, Going up the Country, original de Canned Heat. Los hermanos Durham están más depurados, menos salvajes, pero demuestran en cada intención y tema el talento que tienen.

Kitty, Daisy & Lewis están en camino de demostrar que su música va más allá de su aspecto y la pleitesía que rinden hacia ritmos supuestos antagónicos. Con este segundo LP, Smoking in Heaven, fabricado entre todos ellos, lo consiguen con temas como el homónimo, y también con I´m Coming Home, Messing with my Life o la misma I´m So Sorry, donde estuvieron acompañados de la trompeta de Eddie «Tam Tam» Thornton. Un tipo que sabe pasárselo bien, sin duda alguna.

Kitty, Daisy & Lewis se disfrutan a pesar de tener todavía mucho camino por delante. Y es que la experiencia y las tablas sobre el escenario van de la mano. Pero no se puede disimular la categoría de una potentísima Daisy a la percusión, una Kitty magistral con la armónica y de un Lewis que, lejano al papel de típico hermano mediano, siempre más independiente, consigue unir el terceto Durham hasta el punto de conseguir que todos sean frontmens con mucho que decir.

Un lujazo acompañado de lo fascinante que resulta el dominio instrumental de todos ellos. Que sí, que tienen mucho por aprender, pero rondando la veintena la evolución que llevan es adecuada y esperanzadora. Porque no son solo aspecto e intenciones, también son talento. Lo tienen en los genes.

Javier Cepedano (@JavierCepedano)

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  1. octubre 19, 2015 a las 8:49

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